Reproducción al óleo de «El balandrito» de Sorolla
Nuestra reproducción al óleo de una joya luminosa del Mediterráneo
En Copiamuseo hemos tenido el placer de reproducir al óleo una de las escenas más entrañables y luminosas del pintor valenciano Joaquín Sorolla: El balandrito.
Una obra que, más allá de su sencillez temática, destila toda la maestría de Sorolla en el manejo de la luz, el color y la atmósfera mediterránea.
Una reproducción cuidada hasta el último detalle
Para esta reproducción hemos utilizado un bastidor de 4 cm de grosor, con los cantos pintados siguiendo la composición, lo que permite colgar la obra sin necesidad de marco, respetando así la frescura del original.
A nivel técnico, hemos trabajado con una pincelada suelta y vibrante, respetando el carácter espontáneo y casi efímero de la pintura original. Las zonas de agua se han construido con capas transparentes, mezclando ocres, verdes azulados y toques malvas para lograr esa vibración solar tan característica de Sorolla. En la figura infantil y la vela blanca del balandro hemos prestado especial atención a la incidencia de la luz, utilizando blancos cálidos, reflejos azulados y texturas generosas para destacar los volúmenes.
Cada trazo ha sido pensado para recrear no solo la imagen, sino también la emoción que transmite: la alegría del juego, la calidez del sol y la caricia del mar en una playa tranquila.
El cuadro original
El balandrito es uno de los cuadros más conocidos y populares de Joaquín Sorolla, pintado en 1909 en la playa valenciana de El Cabañal, tras su regreso de los Estados Unidos.
La obra pertenece al Museo Sorolla en Madrid y es un ejemplo emblemático del estilo luminista del artista, caracterizado por la captación de la luz mediterránea y la vida cotidiana en la costa valenciana.
La pintura muestra a un niño jugando despreocupado con un pequeño barquito de vela en la orilla del mar. La composición es audaz y moderna: el punto de vista está elevado, lo que elimina el horizonte y hace que el agua llene prácticamente todo el lienzo, otorgando protagonismo a la luz y los reflejos sobre la superficie del mar y la piel del niño. Sorolla utiliza pinceladas dinámicas y vibrantes para transmitir el movimiento del agua.
La historia de la obra está ligada a la madurez artística de Sorolla tras su éxito internacional y su deseo de explorar temas más personales y costumbristas. En estos años, los niños jugando en la playa se convirtieron en un motivo recurrente en su producción, siempre bajo la intensa luz del Mediterráneo, que el pintor logró plasmar con maestría.
El balandrito destaca por la desaparición de la profundidad espacial, la fusión de la figura y el fondo gracias a la acción de la luz, y la sensación de frescura y alegría que transmite, celebrando la simplicidad y la felicidad de la infancia.
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